14Hermanos míos, ¿de qué le sirve a uno decir que tiene fe si no tiene obras? ¿Es que esa fe podrá salvarlo? 15Supongamos que un hermano o una hermana no tiene qué ponerse y andan faltos de alimento diario, 16y que uno de vosotros le dice: "Andad con Dios, calentaos y buen provecho", pero sin darle lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve eso? 17Pues lo mismo la fe: si no tiene obras, ella sola es un cadáver.
18Y si alguno dijera que tú tienes fe y yo tengo obras, muéstrame esa fe tuya sin obras, que yo te mostraré la fe con mis obras. 19Tú crees que hay un solo Dios; muy bien hecho, pero eso lo creen también los demonios y los hace temblar. 20¿Quieres enterarte, estúpido, de que la fe sin obras es inútil? 21A nuestro padre Abrahán, ¿no se le rehabilitó por las obras, por ofrecer a su hijo Isaac sobre el altar? 22Fíjate en que la fe colaboraba con sus obras y que con las obras se realizó la fe; 23así llegó a cumplirse lo que dice aquel pasaje de la Escritura: "Abrahán se fió de Dios y eso le valió la rehabilitación", y se le llamó "amigo de Dios" (Gn 15,6).
24Ya ves que un hombre está rehabilitado por las obras, no por la fe sola. 25Lo mismo vale de Rajab la prostituta: ¿no se la rehabilitó por sus obras?, ¿por acoger a los emisarios y hacerlos salir por otro camino? 26O sea, lo mismo que un cuerpo que no respira es un cadáver, también la fe sin obras es un cadáver.
EXPLICACIÓN.
14-26. El autor sigue la doctrina judía de la necesidad de las buenas obras como elemento esencial de la fe y la aplica a la fe cristiana. Pablo funda la necesidad de las buenas obras en la solidaridad de los miembros dentro del mismo cuerpo del Mesías (1 Cor 12); Juan, en la experiencia del amor de Dios, que exige como respuesta el amor a los demás (Jn 1,16; 13,33).
El autor propone un ejemplo de palabras vacías y de falta de misericordia (cf. 1 Jn 3,17) (14-17). En el estilo de la diatriba, introduce un objetor ficticio (si alguno dijera). La fe misma no se realiza plenamente mientras no se traduce en obras; sólo entonces es un hecho la rehabilitación por la fe; en otras palabras, sólo la conducta muestra la autenticidad de la experiencia interior. Aduce ejemplos del pasado: Abrahán, el padre del pueblo, mostró su fe al ofrecer a su hijo (Gn 22,9-12) y esa fe le obtuvo el favor de Dios (Gn 15,6; cf. Heb 11); amigo de Dios, cf. Is 41,8; Rajab, cf. Heb 11,31 (18-25). Una fe de pura interioridad, sin compromiso, está muerta (26).
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