lunes, 14 de mayo de 2012

CARTA DE SANTIAGO. IV. AMBICIÓN E INJUSTICIA. 4,1-10.

4             1¿De dónde esas guerras y de dónde esas luchas entre vosotros? ¿No será precisamente de esos apetitos agresivos que lleváis en el cuerpo? 2Deseáis y no obtenéis, sentís envidia y despecho y no conseguís nada; 3lucháis y os hacéis la guerra, y no obtenéis, porque no pedís; o si pedís, no recibís, porque pedís mal, para satisfacer vuestros apetitos.
                   4Idólatras, ¿no sabéis que la amistad con el mundo es hostilidad contra Dios? Por tanto, quien decide ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios.
                   5¿No os parece que por algo dice aquel texto de la Escritura: "Desea con envidia el espíritu que él metió en nosotros, pero la gracia que concede es mayor"? 6Por eso dice: "Dios se enfrenta con los arrogantes, pero concede gracia a los humildes" (Prov 3,34 LXX).
                   7Por consiguiente, someteos a Dios; resistid al diablo y os huirá. 8Acercaos a Dios y él se os acercará: lavaos las manos, pecadores; purificaos el corazón, indecisos. ¡Empezad el lamento, el duelo y el llanto! 9¡Conviértase vuestra risa en duelo y vuestra alegría en consternación! 10Humillaos ante el Señor y él os levantará.

EXPLICACIÓN.

1-10.         Era un lugar común de la filosofía del tiempo que los conflictos y luchas tienen su origen en la agresividad de los apetitos corporales. Es inútil la oración que procede de motivaciones inaceptables. El ansia de satisfacer los propios apetitos corrompe incluso la oración (1-3).

                  Infieles, lit. "adúlteras", según la tradicional imagen profética para la idolatría. Los que se acomodan a los valores de la sociedad injusta reniegan de Dios (cf. Mt 6,24) (4).

                  Otra explicación del origen de los conflictos: el espíritu del hombre, aunque dado por Dios, se corrompe; sin embargo, en el creyente hay un nuevo factor, la gracia o favor divino, capaz de vencer la mala inclinación; de ahí la cita de Prov 3,34 (LXX) (5-6) y, por asociación de palabras, la exhortación a la sumisión a Dios. Hay que tomar partido por Dios en contra del mundo (7).

                 Describe la conversión en términos litúrgicos tomados del AT: acercarse a Dios, purificarse de las malas acciones y de la falta de compromiso (8), tiempo de luto penitencial (9), para postrarse finalmente ante Dios, que levantar, perdonando al que se arrepiente (10).

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