martes, 15 de mayo de 2012

CARTA DE SANTIAGO. V. AVISOS VARIOS. 5,7-20.

                  7Tened paciencia, hermanos, hasta que venga el Señor; mirad cómo el labrador aguarda la valiosa cosecha de la tierra esperando con paciencia a que reciba la lluvia temprana y la tardía (Dt 11,14). 8No perdáis la paciencia tampoco vosotros, reforzad el ánimo, que la venida del Señor está cerca.
                  9Hermanos: nos quejéis unos contra otros, para que no os den sentencia; mirad que el juez está a la puerta.
                  10Hermanos, en el sufrir y en la paciencia tomad por modelo a los profetas que hablaron en nombre del Señor. 11Llamamos dichosos a los que tuvieron aguante. Habéis oído hablar del aguante de Job y ya veis el final que le dio el Señor, porque el Señor es compasivo y misericordioso (Job 42,10-17; Sal 103,8).
                 12Sobre todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra, ni por ninguna otra cosa; vuestro sí sea un sí y vuestro no un no, para no exponeros a un juicio.
                 13¿Sufre alguno de vosotros? Que rece. ¿Está uno de buen humor? Que cante. 14¿Hay alguno enfermo? Llame a los responsables de la comunidad, que recen por él y lo unjan con aceite invocando al Señor. 15La oración hecha con fe dará la salud al enfermo y el Señor hará que se levante; si, además, tiene pecados, se le perdonarán.
                16Por tanto, confesaos los pecados unos a otros y rezad unos por otros, para que os curéis. Mucho puede la oración intensa del justo: 17Elías era un hombre débil como nosotros, y cuando oró insistentemente para que no lloviera, no cayó una gota en tres años y medio; 18oró de nuevo, y el cielo dio su lluvia y la tierra produjo su fruto.
                19Hermanos míos, si alguno se desvía de la verdad y otro lo endereza, 20tened presente que quien endereza a un pecador de su extravío se salvará él mismo de la muerte y sepultará un sinfín de pecados.

EXPLICACIÓN.

7-20.       Aguardad con paciencia la llegada del Señor, que inaugura la nueva edad (7-8). Mantener un ambiente de aceptación mutua (9). Ejemplo de paciencia en la adversidad fueron los profetas y, en particular, Job. Aunque no aparece en el AT que muchos profetas acabaran de muerte violenta, era persuasión común en el judaísmo (cf. Mt 23,30) (10-11). Dos alusiones al AT: llamamos dichosos, etc., cf. Dn 12,12; el Señor es compasivo y misericordioso, concepto frecuente, cf., por ej.  Sal 103,8 (10-11).


                Sinceridad; las palabras del autor recuerdan las de Jesús en Mt 5,33-37 (12). Visitar a los enfermos y rezar por ellos era práctica alabada por los judíos; éstos creían además que toda enfermedad era consecuencia del pecado; la comunidad del autor muestra tener una visión parecida; se espera la curación carismática por la oración de los responsables (gr. presbyteroi, cf. 1 Tm 5,17); la curación mostraría que los pecados causantes de la enfermedad estaban perdonados; el aceite era medicina común del tiempo (13-15). Reconocer los pecados era, por tanto, condición indispensable para ser curado; confianza en la eficacia de la oración. Ejemplo de Elías (cf. 1 Re 17-18) (16-18). No abandonar al hermano que yerra (cf. Prov 10,12).

CARTA DE SANTIAGO. EXPLOTADORES. 5,1-6.

5              1Vamos ahora con los ricos: llorad a gritos por las desgracias que se os vienen encima. 2Vuestra riqueza se ha podrido, vuestros trajes se han apolillado, 3vuestro oro y vuestra plata se han oxidado, su roña será testigo en contra vuestra y se comerá vuestras carnes como fuego; atesorasteis... para los últimos días. 4Mirad, el jornal de los braceros que segaron vuestros campos, defraudado por vosotros, está clamando, y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos. 5Con lujo vivisteis en la tierra y os disteis la gran vida, cebando vuestros apetitos... para el día de la matanza. 6Condenasteis y asesinasteis al inocente: ¿no se os va a enfrentar Dios?

EXPLICACIÓN.

1-5.          Ejemplo de injusticia: el rico explotador. La riqueza es precaria y pasajera (cf. Mt 6,19s). La injusticia contra el obrero indefenso, condenada insistentemente por el AT, reclama castigo. Los últimos días -los de la matanza- ya han llegado. En el v.6, el sujeto Dios se deduce del texto citado en 4,6. En este pasaje, el autor habla más en todo de profeta que de moralista.

CARTA DE SANTIAGO. COMERCIANTES. HOMBRES DE NEGOCIOS. 4,13-17.

                     13Vamos ahora con los que dicen: "Hoy mismo o mañana salimos para tal o cual ciudad, nos pasamos allí un año negociando, y ¡a ganar dinero!". 14Y eso sin tener idea de lo que va a ser de vosotros mañana. Vuestra vida, ¿qué es? Una niebla que se ve un rato y luego se desvanece. 15Lo que deberíais decir es esto: "Si el Señor quiere y nos da vida, haremos esto y lo otro". 16En lugar de eso hacéis gala de vuestras bravatas, y toda jactancia de ese estilo es mala. 17En resumen, el que sabe cómo portarse bien y no lo hace, está en pecado.

EXPLICACIÓN.

13-17.       Ejemplo del espíritu del mundo: hablar y planear como si Dios no existiera, con afán inmoderado de dinero. La frase si el Señor quiere no era frecuente entre los judíos, pero lo era (ésta u otras similares) entre los paganos. El autor espera que los creyentes aprendan de ellos esta lección (cf. 1,1: la emigración).

lunes, 14 de mayo de 2012

CARTA DE SANTIAGO. LA MALA LENGUA. 4,11-12.

                 11Dejad de denigraros unos a otros. Quien denigra a su hermano o juzga a su hermano, denigra a la Ley y juzga a la Ley; y, si juzgas a la Ley, ya no la estás cumpliendo, eres su juez. 12Uno solo es legislador: el que puede salvar y destruir. ¿Quién eres tú para juzgar al prójimo?

EXPLICACIÓN.

11-12.       Ejemplo de agresividad y presunción: la mala lengua, que se pone por encima de la ley del amor fraterno.

CARTA DE SANTIAGO. IV. AMBICIÓN E INJUSTICIA. 4,1-10.

4             1¿De dónde esas guerras y de dónde esas luchas entre vosotros? ¿No será precisamente de esos apetitos agresivos que lleváis en el cuerpo? 2Deseáis y no obtenéis, sentís envidia y despecho y no conseguís nada; 3lucháis y os hacéis la guerra, y no obtenéis, porque no pedís; o si pedís, no recibís, porque pedís mal, para satisfacer vuestros apetitos.
                   4Idólatras, ¿no sabéis que la amistad con el mundo es hostilidad contra Dios? Por tanto, quien decide ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios.
                   5¿No os parece que por algo dice aquel texto de la Escritura: "Desea con envidia el espíritu que él metió en nosotros, pero la gracia que concede es mayor"? 6Por eso dice: "Dios se enfrenta con los arrogantes, pero concede gracia a los humildes" (Prov 3,34 LXX).
                   7Por consiguiente, someteos a Dios; resistid al diablo y os huirá. 8Acercaos a Dios y él se os acercará: lavaos las manos, pecadores; purificaos el corazón, indecisos. ¡Empezad el lamento, el duelo y el llanto! 9¡Conviértase vuestra risa en duelo y vuestra alegría en consternación! 10Humillaos ante el Señor y él os levantará.

EXPLICACIÓN.

1-10.         Era un lugar común de la filosofía del tiempo que los conflictos y luchas tienen su origen en la agresividad de los apetitos corporales. Es inútil la oración que procede de motivaciones inaceptables. El ansia de satisfacer los propios apetitos corrompe incluso la oración (1-3).

                  Infieles, lit. "adúlteras", según la tradicional imagen profética para la idolatría. Los que se acomodan a los valores de la sociedad injusta reniegan de Dios (cf. Mt 6,24) (4).

                  Otra explicación del origen de los conflictos: el espíritu del hombre, aunque dado por Dios, se corrompe; sin embargo, en el creyente hay un nuevo factor, la gracia o favor divino, capaz de vencer la mala inclinación; de ahí la cita de Prov 3,34 (LXX) (5-6) y, por asociación de palabras, la exhortación a la sumisión a Dios. Hay que tomar partido por Dios en contra del mundo (7).

                 Describe la conversión en términos litúrgicos tomados del AT: acercarse a Dios, purificarse de las malas acciones y de la falta de compromiso (8), tiempo de luto penitencial (9), para postrarse finalmente ante Dios, que levantar, perdonando al que se arrepiente (10).

CARTA DE SANTIAGO. III. EL MAESTRO Y EL VERDADERO SABER. 3,1-18.

             1No os metáis tantos a maestros, hermanos míos; sabéis bien que nuestro juicio será muy severo, 2pues todos fallamos muchas veces. Quien no falla cuando habla es un hombre logrado, capaz de marcar el rumbo también al cuerpo entero.
                   3Mirad, a los caballos les metemos el freno en la boca para que ellos nos obedezcan a nosotros, y dirigimos todo su cuerpo. 4Y ahí tenéis los barcos: tan grandes como son y con vientos tan recios que los empujan, se dirigen con un timón pequeñísimo a donde al piloto le da por llevarlos.
                   5Pues lo mismo la lengua: pequeña como órgano, alardea de grandes cosas. Ahí tenéis, un fuego de nada incendia un bosque enorme. 6También la lengua es fuego (ese mundo de la maldad). La lengua, siendo uno de nuestros órganos, contamina, sin embargo, al cuerpo entero: inflama el curso de la existencia, inflamada ella misma por el infierno.
                   7Porque fieras y pájaros, reptiles y bestias marinas de toda especie se pueden subyugar y han sido subyugados por la especie humana; 8pero lo que es esa lengua, bicho turbulento, cargado de veneno mortal, no hay hombre capaz de subyugarla.
                   9Con ella bendecimos al que es Señor y Padre y con ella maldecimos a los hombres, creados a semejanza de Dios. 10De la misma boca sale bendición y maldición. Eso no puede ser, hermanos míos; 11¿es que una fuente echa por el miso caño agua y dulce y salobre? 12Hermanos míos, ¿puede dar aceitunas la higuera o higos la vid? Ni tampoco un manantial salino puede dar agua dulce. 13A ver, ¿quién de vosotros es sabio y docto? Pues demuestre con su buena conducta que obra como sabio, sin violencia. 14Pero si inferiormente os amarga el despecho y sois partidistas, dejad de presumir y engañar a costa de la verdad. 15No es ése el saber que baja de lo alto; ése es terrestre, irracional, maléfico; 16y donde hay despecho y partidismo hay turbulencia y toda clase de malas faenas. 17En cambio, el saber que baja de lo alto es, ante todo, límpido y luego apacible, comprensivo y abierto, rebosa buen corazón y buenos frutos, no hace discriminaciones ni es fingido. 18Y la cosecha de honradez, coon paz la van sembrando los que trabajan por la paz.

EXPLICACIÓN.

1-18.       En la comunidad del autor, como en la sinagoga, los maestros eran figuras importantes y respetadas. Nada tiene de extraño que muchos aspirasen a ese cargo. Pero éste impone una grave responsabilidad y exige ante todo gran dominio de la lengua (1-2). Comparaciones clásicas para ilustrar el poder de la lengua: el freno del caballo, el timón de la nave (3-4).

               La tercera comparación es la más apropiada, por sus efectos negativos: la chispa del fuego (5-6). Reproche por el mal uso de la lengua (7-12).

              Para ser maestro no basta la ciencia, el saber se muestra en la conducta (13). El falso saber, que se queda en teoría y no modela el comportamiento, lleva a la soberbia y a la rivalidad (14-16). El verdadero saber es pacífico, se traduce en las obras y es sincero; su fruto es la paz (17-18).

CARTA DE SANTIAGO. VERDADERA FE. 2,14-26.

                   14Hermanos míos, ¿de qué le sirve a uno decir que tiene fe si no tiene obras? ¿Es que esa fe podrá salvarlo? 15Supongamos que un hermano o una hermana no tiene qué ponerse y andan faltos de alimento diario, 16y que uno de vosotros le dice: "Andad con Dios, calentaos y buen provecho", pero sin darle lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve eso? 17Pues lo mismo la fe: si no tiene obras, ella sola es un cadáver.
                  18Y si alguno dijera que tú tienes fe y yo tengo obras, muéstrame esa fe tuya sin obras, que yo te mostraré la fe con mis obras. 19Tú crees que hay un solo Dios; muy bien hecho, pero eso lo creen también los demonios y los hace temblar. 20¿Quieres enterarte, estúpido, de que la fe sin obras es inútil? 21A nuestro padre Abrahán, ¿no se le rehabilitó por las obras, por ofrecer a su hijo Isaac sobre el altar? 22Fíjate en que la fe colaboraba con sus obras y que con las obras se realizó la fe; 23así llegó a cumplirse lo que dice aquel pasaje de la Escritura: "Abrahán se fió de Dios y eso le valió la rehabilitación", y se le llamó "amigo de Dios" (Gn 15,6).
                 24Ya ves que un hombre está rehabilitado por las obras, no por la fe sola. 25Lo mismo vale de Rajab la prostituta: ¿no se la rehabilitó por sus obras?, ¿por acoger a los emisarios y hacerlos salir por otro camino? 26O sea, lo mismo que un cuerpo que no respira es un cadáver, también la fe sin obras es un cadáver.

EXPLICACIÓN.

14-26.       El autor sigue la doctrina judía de la necesidad de las buenas obras como elemento esencial de la fe y la aplica a la fe cristiana. Pablo funda la necesidad de las buenas obras en la solidaridad de los miembros dentro del mismo cuerpo del Mesías (1 Cor 12); Juan, en la experiencia del amor de Dios, que exige como respuesta el amor a los demás (Jn 1,16; 13,33).

                El autor propone un ejemplo de palabras vacías y de falta de misericordia (cf. 1 Jn 3,17) (14-17). En el estilo de la diatriba, introduce un objetor ficticio (si alguno dijera). La fe misma no se realiza plenamente mientras no se traduce en obras; sólo entonces es un hecho la rehabilitación por la fe; en otras palabras, sólo la conducta muestra la autenticidad de la experiencia interior. Aduce ejemplos del pasado: Abrahán, el padre del pueblo, mostró su fe al ofrecer a su hijo (Gn 22,9-12) y esa fe le obtuvo el favor de Dios (Gn 15,6; cf. Heb 11); amigo de Dios, cf. Is 41,8; Rajab, cf. Heb 11,31 (18-25). Una fe de pura interioridad, sin compromiso, está muerta (26).

CARTA DE SANTIAGO. VERDADERA FIDELIDAD. 2,1-13.

2              1Hermanos míos, no confundáis la fidelidad a nuestro Señor Jesús, Mesías glorioso, con ciertos favoritismos. 2Supongamos que en vuestra reunión entra un personaje con sortijas de oro y traje flamante y entra también un pobretón con traje mugriento. 3Si atendéis al del traje flamante y le decís: "Tú siéntate aquí cómodo", y decís al pobretón: "Tú, quédate de pie o siéntate aquí en el suelo junto a mi estrado", 4¿no habéis hecho discriminaciones entre vosotros? y ¿no os convertís en jueces de raciocinios inicuos?
                  5Escuchad, queridos hermanos, ¿no fue Dios quien escogió a los que son pobres a los ojos del mundo para que fueran ricos de fe y herederos del Reino que él prometió a los que lo aman? 6Vosotros, en cambio, habéis afrentado al pobre.
                  ¿No son los ricos los que os oprimen y ellos los que os arrastran a los tribunales? 7¿No son ellos los que ultrajan el nombre ilustre que os impusieron? 8Que, a pesar de eso, cumpláis la ley del Reino enunciada en la Escritura: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Lv 19,18), está muy bien. 9Pero mostrar favoritismo sería cometer un pecado y esa ley os acusaría como a transgresores. 10Porque quien observar entera esa ley, pero falla en un solo punto, tiene que responder de la totalidad.
                  11Un ejemplo: el mismo que dijo "no cometas adulterio" dijo también "no mates" (Dt 5,17-18). Si tú no cometes adulterio, pero matas, eres ya transgresor de esa ley.
                  12Hablad a la manera y actuad a la manera de quienes van a ser juzgados por una ley de hombres libres, 13porque el juicio será sin misericordia para quien no ejerció la misericordia: la misericordia triunfa sobre el juicio.

EXPLICACIÓN.

1-13.        El favoritismo por los ricos indica la adhesión a una falsa escala de valores (cf. 1,9s). Esta conducta se desentiende de la preferencia de Dios por los pobres e ignora la opresión que ejercen los ricos, quienes, apoyados en su prestigio social utilizan la ley para favorecer sus propios intereses y en contra de los débiles (1-6).
               El nombre ilustre que os impusieron es el de cristianos; parece que muchos ricos miraban con malos ojos al cristianismo como tal y buscaban denigrar el nombre cristiano. La generalización que hace el autor (los ricos) señala la solidaridad de clase que existe entre los pudientes. Se les puede admitir en la comunidad, pero no aceptar en ella la diferencia de clase ni el privilegio a que están acostumbrados (7).
              El favoritismo es un pecado contra el mandamiento del amor (Lv 19,18). La Ley del Reino, o "ley soberana". Contra la tradición de los intérpretes judíos, que daba igual peso a todos los mandamientos, la comunidad del autor había escogido del AT este único mandamiento, el del amor al prójimo, constituyéndolo en principio universal de moralidad que dispensaba de los demás mandamientos de la Ley (8-9).


             No basta una conducta sexual irreprochable (Dt 5,17s), hay que saber respetar al prójimo (incluido el quinto mandamiento) (10-11). Pero hay más, la Ley de las prohibiciones está asumida en una ley de hombres libres, la del amor activo (misericordia), que libra del temor del juicio (12-13).

CARTA DE SANTIAGO. II. DISCERNIMIENTO. VERDADERA RELIGIOSIDAD. 1,19-27.

                 19Saber, sí sabéis, queridos hermanos; sin embargo, sea cada cual pronto para escuchar, lento para hablar, lento para la ira, 20porque la ira del hombre no produce la rectitud que Dios quiere. 21Por tanto, quitaos de encima toda costra espesa de maldad y aceptad dócilmente el mensaje plantado en vosotros, que es capaz de salvaros.
                 22Llevad a la práctica el mensaje y no os inventéis razones para escuchar y nada más, 23pues quien escucha el mensaje y no lo pone en práctica se parece a aquel que se miraba en el espejo la cara que Dios le dio y, 24apenas se miraba, daba media vuelta y se olvidaba de cómo era. 25En cambio, el que se concentra en la ley perfecta, la de los hombres libres, y es constante, no en oírla y olvidarse, sin en ponerla por obra, ése encontrará su felicidad en practicarla.
                 26Quien se tenga por religioso porque no escatima palabras, pero engañándose él mismo, la religión de ése está vacía. 27Religión pura y sin tacha a los ojos de Dios Padre, es ésta: mirar por los huérfanos y las viudas en sus apuros y no dejarse contaminar por el mundo.

EXPLICACIÓN.

19-27.       Introduce el tema de la carta: reconoce que son instruidos, pero pide que el saber que poseen tenga efectos en la práctica; nada de palabrerías ni de ira, que tiene malas consecuencias (19-20). Quitar los obstáculos al mensaje, para que éste sea eficaz (21). Traducido en la práctica y no buscar pretextos para separar el conocimiento de la acción (cf. Mt 7,24-27) (22-24).

                La ley perfecta es la del amor, que hace libres (contraste con el yugo de la Ley mosaica) y de la felicidad al hombre si se practica seriamente (25). Alude a la índole de la "ley" cristiana (25), que después explicitará (2,8), para exponer la tesis, ya común en la piedad judía, sobre la verdadera religiosidad, que no consiste en palabras devotas (cf. Mt 7,21), sino en interesarse por los desvalidos y no hacerse cómplice de la injusticia del mundo (26-27).

CARTA DE SANTIAGO. I. CONSEJOS VARIOS Y PRECISIONES. 1,2-18.

                    2Teneos por muy dichosos, hermanos míos, cuando os veáis asediados por pruebas de todo género, 3sabiendo que esa piedra de toque de vuestra fe engendra constancia. 4Que la constancia acabe su obra, para que seáis hombres logrados y cabales, sin deficiencia alguna. 5Y si alguno de vosotros se ve falto de acierto, pídaselo a Dios, que da sin regatear y sin humillar; él se lo dará. 6Pero tiene que pedir con fe, sin titubear lo más mínimo, pues quien titubea se parece al oleaje del mar agitado y sacudido por el viento; 7no se piense ese individuo que va a recibir nada del Señor, 8siendo un indeciso que no sigue rumbo fijo.
                   9El hermano de condición humilde esté orgulloso de su alta dignidad 10y el rico de su humilde condición, pues pasará como flor de hierba. 11Sale el sol con el bochorno y agosta la hierba, cae la flor y su bello aspecto perece; pues así se marchitará el rico en medio de sus empresas.
                  12Dichoso el hombre que resiste la prueba, porque, al salir airoso, recibirá en premio la vida que Dios ha prometido a los que lo aman.
                  13Cuando uno se ve tentado, no diga que Dios lo tienta; lo malo a Dios no lo tienta y él no tienta a nadie. 14A cada uno le viene la tentación cuando su propio deseo lo arrastra y lo seduce; 15el deseo concibe y da a luz pecado, y el pecado, cuando madura, engendra muerte.
                  16No os equivoquéis, queridos hermanos; todo buen regalo, todo don acabado viene de arriba, 17del padre de los astros, en el cual no hay fases ni períodos de sombra. 18Por propia iniciativa nos engendró con el mensaje de la verdad, para que fuéramos en cierto modo primicias de sus criaturas.

EXPLICACIÓN.

2-18.        Instrucción moral de impronta judía convencional. La prueba engendra madurez (2-4); quien se encuentre desorientado, pida a Dios con una fe sin fisuras (cf. Prov 2,6; Eclo 1,28; Sab 11,9; Mc 11,23s; Mt 7,7-11). La comparación con el mar era común en la literatura griega (2-8). Es de notar el estilo de estos párrafos; no desarrollan una línea de pensamiento, pasan de un tema a otro sin más conexión a veces que la repetición de una palabra.

                Se deduce del texto que en la comunidad del autor había ricos y pobres y que los valores del mundo penetraban en ella; se mostraba deferencia hacia los más pudientes. El autor sostiene que la riqueza no confiere superioridad; se basa en lo transitorio de los bienes materiales (9-11). Premio de la constancia (12).

               Contra el fatalismo (cf. Eclo 15,11s). La tentación no viene de Dios, toma pie en el deseo del hombre (13-15). No os equivoquéis, cf. 1 Cor 15,33; Gál 6,7. Dios creador, que no cambia, da siempre lo bueno y, en primer lugar, el evangelio, que constituye a la comunidad cristiana en anticipo y prenda de la salvación universal (16-18).

1,1.

1           1Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesús Mesías, saluda a las doce tribus de la emigración.

EXPLICACIÓN.

1.            Remitente y destinatarios. Siervo, modo de hablar propio de la piedad judía, cf. Rom 1,1. Las doce tribus de la emigración (diáspora, cf. 1 Pe 1,1) designan al Israel mesiánico, es decir, a las comunidades cristianas esparcidas por el mundo, desde la perspectiva de un judío creyente; la antigua "emigración/diáspora" de los judíos miraba a Jerusalén como a su centro espiritual y recibía de allí cartas circulares que exhortaban a la fidelidad a la fe ancestral. Esta carta podría ser una imitación cristiana de tal uso. El nombre Santiago (Jacob, Jacobo) era corriente, y hay al menos cinco personajes en el NT que se llaman así. El autor de la carta, sin embargo, debía de ser una figura muy conocida, pues se limita a poner su nombre, sin más presentación. Algunos piensan que se trata del "hermano del Señor", que dirigió la comunidad de Jerusalén (Hch 21,18).

CARTA DE SANTIAGO. DIVISIÓN.

             Hay partes de la carta que no presentan estructura orgánica: otras, por el contrario, constituyen bloques bastante bien definidos. Proponemos la división siguiente:

            Dirección y saludo (1,1).
      I. Consejos y precisiones (1,2-18).
     II. Verdadera religiosidad (1,19-2,26).
    III. Verdadero saber (3,1-18).
    IV. Ambición e injusticia (4,1-5,6).
      V. Avisos varios (5,7-20).

CARTA DE SANTIAGO. AUTOR Y FECHA DE COMPOSICIÓN.

                     El autor se da el nombre de Santiago, sin más especificaciones que la muy genérica de siervo de Dios y de Jesucristo (1,1). Tal concisión supone un personaje bien conocido, que no puede ser otro sino el hermano o pariente del Señor (Mc 6,3; 1 Cor 15,17; Gál 1,19; 2,9.12; Hch 12,17; 15,13; 21,18; Jds 1), que dirigió la asamblea de Jerusalén (Hch 15,13), y murió mártir el año 62. Sin embargo, el estilo refinado del griego de la carta hace improbable que haya sido compuesta por un judío de Jerusalén. Por otra parte, la controversia contra ideas de Pablo deformadas (2,14-26) supone un lapso de tiempo considerable entre la Carta a los romanos y este escrito, mientras Pablo se encontró con Santiago en Jerusalén después de haber escrito la carta a los Romanos (Hch 21,18). El autor parece hacer sido un judío helenista de fines del siglo I, entre los años 80 y 100, que conocía tradiciones provenientes de Santiago, como lo prueban los numerosos paralelos con pasajes evangélicos.

                   De hecho esta carta no se encuentra citada antes del Siglo III y su aceptación por parte de las iglesias fue lenta. En Occidente no fue considerada canónica hasta fines del Siglo IV, en los sínodos de Roma (382) y de Cartago (397).

CARTA DE SANTIAGO. INTRODUCCIÓN. CONTENIDO DE LA CARTA.

   Este escrito, de carácter netamente sapiencial, se dirige a todas las comunidades cristianas, simbolizadas por las doce tribus del (nuevo) Israel, sin patria estable en este mundo (1,1).

A primera vista no se limita el autor a dar consejo o directivas intemporales, sino que alude a circunstancias concretas que reflejan la situación de alguna o algunas comunidades (2,2-3; 3,1-2; 4,13-17; 5,1-6). Sin embargo, podría sencillamente tratarse de ejemplos paradigmáticos.

                           El autor supone que los cristianos sufren contradicciones (1,2), que existían problemas de distinción de clases (1,9-10), manifestados en una indebida deferencia hacia los ricos (2,1-6a); éstos, por su parte, se portaban despóticamente, denigrando el nombre cristiano (2,6-7), alardeando de sus empresas financieras (4,13-17) y explotando al trabajador (5,1-6).

                           Existía cierta pasividad moral que echaba a Dios la culpa del pecado (1,13-15) y una religiosidad pietística que no sólo se desentendía de la ayuda al prójimo (1,19-27), sino que pactaba con la desigualdad ofensiva, toleraba la imposición de los potentes y, mientras se esmeraba en la moral sexual, ignoraba la misericordia o interés por el pobre y el humillado (2,1-13).

                           Es posible que a esto contribuyera una equivocada interpretación de los principios de Pablo. Había mantenido éste que la observancia de la Ley no realiza la rehabilitación del hombre ante Dios, sino que ésta es fruto de la fe (Rom 3,28), pero afirmando, al mismo tiempo, que la fe ha de traducirse en amor al prójimo (Gál 5,6). Los destinatarios de la carta de Santiago habían olvidado esta segunda parte y cultivaban una fe interior e introvertida, una espiritualidad verticalista, reducida a la relación con Dios (2,14-26).

                           Abundaban también los pretenciosos que se preciaban de saber y no sabían dominar su lengua (3,1-2), dejándose llevar de la rivalidad y del espíritu de partido (3,13-16).

                            No paraban ahí las divisiones: la posesividad agresiva no respetaba límites, sin renunciar por eso a una capa de piedad (4,1-3). Este espíritu del mundo se escudaba en la mala inclinación natural (4,5).

                           Una causa de división era el hablar mal del prójimo (4,11-12), y la agresividad se mostraba también en las bravatas y en la opresión y explotación del obrero (4,13-5,6).

                           Se notaba cierta impaciencia por la venida del Señor (5,6-8), falta de comprensión (5,13) y de confianza mutua (5,12). Existían en las comunidades responsables (ancianos, presbíteros, 5,14) con el don de curación (5,15); otro rito de curación se basaba en el reconocimiento mutuo de los pecados y en la oración común (5,16).

                           La carta adopta un tono sapiencial, usando comparaciones, generalmente poco originales (1,10-11.23; 3,3-6). Apenas si hace referencia a Jesús (sólo 1,1; 2,1) y nunca a su ejemplo, pasión o resurrección. A pesar de eso, el mensaje central es eminentemente cristiano, pues, como Jesús, Pablo y Juan, reduce la Ley al mandamiento del amor del prójimo, que es ley del Reino (2,8), ley de hombres libres (1,25; 2,12), ley perfecta (1,25). La carta puede considerarse una explicitación de las exigencias de ese mandamiento en diversas circunstancias: igualdad cristiana (2,1-4), preferencia por los pobres (2,5-7), amor de obra (2,14-17). La fe auténtica es un dinamismo de acción y ella misma no madura hasta que no se expresa en la acción (2,20-26), oponiéndose a toda espiritualidad y religiosidad intimista (1,26-27). Lo mismo que la fe meramente interior, también el saber que no se traduce en conducta carece de valor o es pernicioso (3,13-16). La exigencia del amor excluye la explotación, y esta carta ofrece el pasaje más violento del NT contra los ricos explotadores, siguiendo la línea profética del AT (5,1-6).

                          La separación entre las llamadas "dimensión vertical" y "horizontal" del cristianismo queda refutada por la carta de Santiago: "Lo mismo que un cuerpo que no respira es un cadáver, también la fe sin obras es un cadáver" (2,26), y las obras citadas en el contexto son dar de comer al hambriento y vestir al desnudo (2,15-16; cf. Mt 25,35-36).

                         El propósito de la carta fue corregir algunas tendencias equivocadas y, en particular, la de una fe introvertida que no se manifestaba en caridad fraterna. Ése es su papel en el NT; no está destinada a ser fundamento de la concepción cristiana, sino que supone conocidos los grandes escritos anteriores y precave al cristiano de una espiritualidad equivocada, que se limita al aspecto pietista y devocional.                         

sábado, 12 de mayo de 2012

CARTAS "CATÓLICAS" O "CANÓNICAS".

                Llamadas "católicas" por los griegos y "canónicas" por los latinos, este grupo de siete cartas fue el que más tardó en ser fijado en el canon (cf. las respectivas introducciones). No se designan por el nombre de los destinatarios, como las de Pablo, sino por el de cada uno de los autores. El apelativo "católicas" no significa que estén dirigidas a la Iglesia en general, pues, 1 Pe se escribe para un grupo de iglesias y 2 y 2 Jn tienen también destinatarios definidos. Sant, 2 Pe y Jds, por su parte, se dirigen a todos los cristianos. 1 Jn carece de dirección, pero del texto se deduce que fue escrita para un grupo de iglesias donde se había producido un cisma (cf. Introd. a 1 Jn). "Católicas" significa, pues, aceptadas por toda la Iglesia, como lo expresa también la denominación occidental.

             El contenido y el estilo de estas cartas es muy diverso, desde el sapiencial (Sant) hasta la invectiva contra ciertos adversarios (Jds). 2 Pe es seguramente el escrito más tardío del NT.